Infancia en el campo

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Mi infancia en el campo me dio la oportunidad de aprender y desarrollar una serie de valores que tienen todo que ver con quien soy en la vida adulta.

En primer lugar, el contacto directo con la naturaleza fomenta el respeto y la admiración por el medio ambiente. Aprendí a apreciar la belleza de la tierra, el sentido de la vida y la muerte y a cuidar lo que me rodea.

La vida en el campo me enseñó el valor del trabajo duro y la responsabilidad. Mis hermanos y yo aprendimos a ayudar en las faenas de casa, como cuidar de los animales, sembrar y recoger.

Se cultiva el valor del esfuerzo, y la virtud de la paciencia. En la naturaleza no hay especulacion que valga, si no se siembra no se cosecha y si no se guarda semilla no habrá con que sembrar y todo perecerá, aprendí a tomar decisiones y a asumir las consecuencias.

Por último, la infancia en el campo fomenta la solidaridad entre hermanos a compartir y a aprender a dialogar y tener paciencia y ser tolerante porque muchos de los juegos y actividades se realizan en grupo.

Mi infancia en el campo me dio como niña las raices y las herramientas que hacen de mi la mujer que soy hoy una mujer con bases muy sólidas, una mujer de valores como el respeto por la naturaleza, el trabajo duro y la solidaridad.